Durante toda la vida hemos oído a los demás, familia, profesores o amigos, hablar sobre nuestras cualidades o defectos, pero realmente debemos ser nosotros, como co-creadores de nuestro destino, los que nos percatemos de los dones que poseemos, las capacidades innatas que traemos y lo valiosos que somos todos sin excepción.

    En realidad este comportamiento contradictorio, es todo fachada, necesita protegerse y no parecer vulnerable porque en sus faldas se encuentra el Monte de Venus, sede entre otras cosas, de la familia y sus complicadas interacciones, por tanto, es el sitio por excelencia donde aparecen con regularidad los cortes, heridas, verrugas, puntos rojos, callos, etc., fruto de discusiones, enfados, enemistades, controversias, etc., etc., que se mantienen o se han mantenido con nuestros ascendentes o descendentes más directos.

Montes de la Mano

   Aunque el disgusto pertenezca al pasado, si el punto o la zona sigue roja, no se ha perdonado, está ahí agazapado, esperando el momento propicio para sacarlo.

   Cuanto más amplio y abultado sea, la persona es más impresionable, emotiva, sentimental, se deja llevar más fácilmente de los sentidos y puede pasar en un santiamén por sentimientos contrarios, de la risa al llanto.

  En conjunto, la unión del Pulgar con el Monte de Venus, si están cada uno de ellos, bien desarrollados, son un estupendo motor, que puede impulsar a cualquier ser humano a llevar a término, con éxito, cuantas cosas se proponga.

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